
Los restos que a lo largo de los años fueron apareciendo de las entrañas del Panxón costero ponen de manifiesto la importancia de este enclave en la antigüedad. Un peso demostrado por los descubrimientos divulgados por el trabajo de expertos, que gracias a sus conocimientos radiografían fragmentos de materiales o ruinas a priori inconexas o carentes de importancia para el resto de los mortales. Para interpretar la influencia de este enclave existen varios yacimientos de los que afloraron elementos que evidencian, por un lado la sucesión de al menos dos etapas, la romana y germana, y que gozó de una actividad comercial marítima muy intensa aproximadamente entre los siglos II y V d.C. como parte de la ruta llamada perloca marítima, principal itinerario comercial en época romana entre el mediterráneo y las áreas costeras de la Europa atlántica. Así lo constatan las anforetas localizadas en el entorno del puerto, el alfar descubierto en 2007 durante la construcción de la residencia geriátrica Stella Maris en Tomás Mirambell, el mosaico que da fe del poderío de las villas patricias aquí emplazadas cuyos motivos evocan a la pesca o el denominado castro de Panxón, que pese a estar catalogado como tal, todo lo hallado aquí pertenece a la época inmediatamente posterior a la castreña.
Llegados a este punto se produce un impás. ¿Hubo realmente un asentamiento “indígena” previo a la llegada de los romanos? La creencia establece su existencia, sí, pero hay que tener en cuenta que la cultura romana absorbió este tipo de configuraciones aunque también siguió utilizando este modelo dentro de sus áreas de influencia creando otras nuevas. Por el momento hay indicios, como la aparición de molinos naviculares o una cántara con decoración prerromana, no obstante son “clavos ardiendo”.
Rosa Villar, arqueóloga municipal de Baiona y directora de la Casa de la Navegación en el mismo municipio tiene mucho que decir a este respecto, puesto que fue la primera experta que junto al oceanógrafo Nicolás Villacieros realizaron un estudio pormenorizado de la zona a consecuencia de los desprendimientos provocados por la erosión hace ahora 12 años. Gustavo Pascual Hermida, profesor de secundaria y arqueólogo local, apoya al 100% las teorías de Villar. Los expertos reiteran que el castro de Panxón se está desmoronando y de no actuar a tiempo, esta joya arqueológica se acabará perdiendo para siempre. Precisamente, Pascual fue el primero en dar la voz de alarma al descubrir el último corrimiento de tierra de unos 300 metros cuadrados las pasadas navidades, justo en la misma zona puesta a examen en 2010 con conclusiones que derivaron en idénticas advertencias. Su aviso motivó al Concello a poner en marcha actuaciones de emergencia de la mano de Árbore Arqueoloxía, que se saldaron con la recolección de infinidad de material que ahora analizará un laboratorio especializado. Sin embargo, tanto Villar como Pascual insisten por activa y por pasiva que se debería de ir más allá. Reiteran en la necesidad de realizar un trabajo de campo rescatando los terrenos privados para poder llevar a cabo excavaciones en la zona. De este modo se lograrían varios objetivos, preservarla de su desaparición, resolver la gran incógnita de si realmente hubo asentamientos castreños en los siglos anteriores a Cristo y finalmente musealizar la zona poniendo al Panxón costero en el lugar histórico que se merece. El colofón sería la creación de un museo para exponer todos los restos, o incluso una opción más asequible: la implantación de varias aulas de interpretación cercanas a los yacimientos creando así una ruta que despertase el interés del turismo cultural, logrando una diversificación de oferta que complemente al formato del veraneo al uso, con el sol, playa y tapeo como protagonistas. “Lo perdido a consecuencia de la presión urbanística no se puede recuperar, pero es posible salvar una parte”, concluyen.
Elementos que explican la importancia de Panxón
El primero de los indicios que apuntan al peso que tuvo Panxón se remonta a mediados del S.XIX, la familia Puga encontró de casualidad el famoso mosaico del mújel que ahora regresará a su origen, gracias a la Asociación para la Repatriación del Mosaico Romano de Panxón y al Concello. Sus motivos evocan a la pesca con la que se comerciaría en fresco y salazón, la calidad de la composición indica que perteneció a una villa patricia cuyo “dominus” contaba con capital para contratar a un taller musivario experto para su elaboración, probablemente llegado de Lucus o Bracara Augusta evidenciando una sociedad de clases. El ara a Mercurio encontrado por Isidoro Andrade hace medio siglo da más continuidad, Panxón veneraba el comercio. Por otra parte, el hallazgo del alfar en 2007 en cuyas excavaciones participó Rosa Villar lo sitúan como núcleo urbano, con gran actividad económica y que exportaba su producción por tierra y por mar. Las decoraciones prerromanas encontradas en objetos indican que se usaba mano de obra local que es probable que estuviesen asentados con anterioridad a su llegada. Villar destaca dos etapas constructivas, una romana y otra petrificada propia de los germánicos. Este hito enlaza directamente con el arco visigótico del S.XIX. Aunque aquí hay teorías que ponen en duda su origen, en Panxón se sucedieron varias etapas durante cientos de años.