Diana Pino nació en Baiona y vive en San Cosme, en la parroquia de Baíña, en “Cuatro Pinos”, como llama a su casa y explotación agraria.
“Como bien dice el juez, vivo en un lugar ‘notoriamente inhóspito: alto del monte, absoluto aislamiento y dificultad de acceso rodado, sobre todo en invierno’, pero es mi hogar”, asegura.
Desde 2008 lleva en litigios con la Comunidad de Montes de Baíña, la cual le niega el derecho a ser comunera. “Me hice autónoma agraria en 2001 y en 2005 me mudé y empadroné en el monte donde instalé mi explotación ganadera”.
Tanto el arquitecto del Ayuntamiento de Baiona como la Comisión de Medio Ambiente dieron el visto bueno a la vivienda y a la explotación ganadera, pero cuando solicitó formar parte de la Comunidad de Montes de Baíña, donde reside y además lleva a cabo su actividad, ambos requisitos para ser admitida, fue rechazada con el argumento de que no vive en esa vivienda, “y me amenazaron con una demanda si no cesaba mi actividad, lo que sucedió finalmente”, añade.
El Juzgado de Primera Instancia número 3 de Vigo dio la razón a la Comunidad de Montes en dos ocasiones y la condena a cesar la actividad ganadera, lo cual conllevará, en caso de que la Audiencia Provincial de Pontevedra dictamine que tienen razón, a sacrificar las 120 vacas.
“Me gustan las vacas, se manejarlas, conozco sus crotales, cada una tiene un nombre y una personalidad distinta, siento pasión desde pequeña por las vacas y es no sabéis lo difícil que resulta encontrar a una mujer ganadera que ejerza”, destaca Diana.
“De hecho, mi trabajo es de mecánica en un taller por el día, las vacas no dan para vivir, y al acabar la jornada regreso a su casa “Cuatro Pinos” donde me esperan todas ellas”.
Diana pide ayuda para que la Comunidad de Montes de Baíña dé su brazo a torcer y le acepten a ella y a sus vacas. Para ello ha iniciado una campaña de recogida de firmas a través de change.org, en la que ya cuenta con más de 400 apoyos.
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