Arte en la arena de Panxón

FOTO: PABLO F. ESTÉVEZ // Thiago e Anita pousan tras o conxunto construído en area situado no areal de Panxón.

Este es un ejemplo de cómo la creatividad y sobre todo paciencia, mucha paciencia, pueden dar como resultado auténticas obras de arte. Thiago y Anita se encuentran desde el 26 a de abril en Panxón y dedican los días a dar rienda suelta a su imaginación. Él es natural de Viana do Castelo y ella proviene de República Checa, duermen a pie de playa y se sirven de una furgoneta aparcada a escasos metros de su creación para refugiarse cuando las noches se ponen feas. Desde que llegaron al arenal nigranés aseguran que no han dejado de trabajar la arena y el resultado salta a la vista.

Un conjunto compuesto de murallas, edificaciones con torres, una capilla, árboles, un puente de dimensiones considerables o montañas nevadas que a simple vista parecen hechas en piedra. Para llevarlo a cabo se sirven de sus manos, espátulas, cutters, pinceles, muchas horas de trabajo para mantener de una pieza su arte efímero. Con el fin de velar por la integridad de las construcciones esta peculiar pareja de jóvenes utilizan una máquina de fumigar que llenan de agua y de esta manera mantienen la arena constantemente húmeda consiguiendo que se compacte, aunque todos los días tienen que reconstruir alguna de sus partes, que por cierto no paran de crecer. “Esto es una historia que nunca se acaba”, explicaba Thiago de 32 años de edad y que cambió la máquina de soldar por el cubo y la pala. Cuándo le preguntan por qué el cambio contesta sin dudar, “durante todos mis años de trabajo jamás tuve un patrón que viniese a felicitarme por mi trabajo, aquí es diferente te tiras horas dando forma a la arena, ganas menos pero la recompensa moral es mayor”. Pese a todo tampoco descarta volver a su anterior vida aunque esta aventura le sirve como experiencia pero mientras tanto, van inmortalizando sus logros a través de la página “Living Sand Art” que tienen en Facebook y que recoge felicitaciones en varios idiomas. Desde su llegada subsisten de los donativos de los visitantes y curiosos que se acercan al primer tramo de paseo marítimo en Panxón intercambiando fotos por dinero y así lo reflejan en un bidón, “una fotografía por donativo, gracias”.

Así pues la pareja encontró en Panxón su sitio y mantienen que estarán en la zona durante un mes más, “hasta San Juan” para proseguir con su periplo mientras los vecinos de la zona los tratan como a uno más. “La gente aquí es muy hospitalaria, es un pueblo y se nota”, afirmaron. Además de mantener en pie algo que ya de por sí y por las leyes naturales de la física ya tendría que haber caído, se tienen que enfrentar con accidentes que siempre acaban con el mismo final que no es otro que el de la reconstrucción. Ya sean balones perdidos, el viento, la lluvia, las mareas vivas o algún desaprensivo terminan dañando su escultura aunque mantienen que no cambiarán su filosofía de vida, “al menos por ahora”.